Artículo escrito para www.lagaceta.es
El Índice de Precios de Consumo (expresión numérica ponderada que mide el incremento o disminución experimentados por los precios de los bienes y servicios consumidos por una unidad familiar media a lo largo de un periodo de tiempo determinado), en adelante IPC, subió una décima en septiembre, acumulando en lo que va de año un aumento del 2,1%.
Por lo que ya hemos superado en tres décimas el objetivo de contención de precios fijado por el Banco Central Europeo para todo el año (curiosamente el año pasado estábamos un 1,1% por debajo de los límites fijados). Aumento que no sería preocupante en el caso de que, como Alemania, hubiésemos recuperado la senda del crecimiento. Pero el aumento de los precios en un contexto económico que, siendo generosos, podíamos calificar como de estancamiento, resulta preocupante y peligroso. Y esto tiene un nombre, estanflación, fenómeno que podíamos definir como una situación en la cual se produce una reducción en el nivel de la actividad económica, acompañada de una inflación elevada y creciente.
Para tranquilidad de todos, no son pocos los economistas que no ven que exista peligro de llegar a este extremo, pues el aumento en los precios no es exagerado y se augura una tibia recuperación económica. Pero hay una serie de variables que pueden jugar en contra de las teorías más optimistas.
Como consecuencia de los incendios que arrasaron Rusia este verano, todo apunta a una reducción de la oferta de cereales que, ante una demanda constante, traerá como consecuencia un aumento en su precio. Si aumenta el precio de las materias primas, los alimentos elaborados seguirán el mismo comportamiento.
La reciente depreciación del dólar americano (hay quienes lo sitúan en el corto plazo en niveles próximos al tipo de cambio de 1€=1,55$). Favorecerá la exportación de productos norteamericanos en detrimento de los europeos, tendiendo los europeos a importar productos estadounidenses, lo que se verá reflejado en los precios de los productos y en la economía del viejo continente. Lo mismo que sucede con el dólar sucede con el yuan chino.
El descenso en la calificación de la deuda pública española tampoco ayudará a nuestra recuperación, pues el Estado ha de compensar con una mayor remuneración de la misma el aumento de riesgo para el inversor (pues riesgo y rentabilidad son variables inversamente proporcionales). La situación de Grecia e Irlanda tampoco ayuda…
Esperaremos entonces poder cumplir con las directrices de la Unión Monetaria Europea de contención del nivel de precios para evitar la inflación y, lo que es peor, la temida estanflación, para lo que necesitaremos retomar el camino del crecimiento económico, lo que conseguiremos mediante la reducción del gasto público (austeridad presupuestaria), aumentando nuestra productividad, intentando ser más atractivos para las empresas extranjeras (lo que no conseguiremos ni con las actuales tasas tributarias, ni con los elevados costes laborales)…
Si no tomamos medidas y los precios continúan en aumento con una economía en recesión, nos veremos abocados a entrar en la peligrosa espiral de la estanflación.
David Torija Pradillo
davidtorija@coev.com