Artículo publicado en el número 66 (Mayo de 1999) de la revista NUEVA ETAPA, editada por del Real Colegio Universitario Escorial-Mª Cristina, publicación decana de las universidades españolas.
El pasado 22 de septiembre se rechazó, por tercera vez consecutiva, el Proyecto de Ley de despenalización del cuarto supuesto del aborto, por el escaso margen de un voto.
Pero de nada sirven los tres rechazos anteriores, ya que todo plebiscito puede celebrarse tantas veces como sea necesario hasta que salga el sí, así funciona la democracia. Por lo que tarde o temprano terminará por aprobarse debido a la no asistencia o al error en la votación de algún diputado, o tal vez a cambio de alguna cesión de transferencias a alguna de esas nacionalidades que contempla la Constitución, la misma que dice garantizar en su artículo 15 el derecho a la vida.
Llegará el día en que se apruebe, no sólo el cuarto supuesto, sino el aborto libre y gratuito, y ya nadie volverá a discutir sobre él.
Por muy extraño que pueda parecernos, los mismos que promulgan esta ley del aborto, nos hablan de la protección del medio ambiente, nos recuerdan a diario el tamaño mínimo que ha de tener el pescado, quieren la protección del toro y la desaparición de la Fiesta Nacional, mientras que se les llena la boca con palabras tan bonitas como respeto y tolerancia. Ahora bien, si se trata de defender el derecho a la vida del no nacido, la cosa cambia.
Según estudios recientes, el 84% de los españoles se confiesa católico. ¿Cómo puede permitir una persona, que dice ser católica, semejante matanza de niños inocentes por puro egoísmo y cobardía?¿Cómo puede tolerar cualquier ser humano este verdadero holocausto?¿Cómo puede imponerse una minoría (16%) de ciudadanos ateos, indiferentes o creyentes en otra religión al resto de la población española?¿Era necesario este debate? No quisiera ni pensar que el objetivo del PSOE, en cuyas filas militan católicos que rechazan el aborto, sea la búsqueda de una derrota sonada al PP en el parlamento a costa de sabe Dios cuántos cadáveres de niños inocentes. ¿Cuál es la misión del médico: preservar la vida o asesinarla?
Desde que la ley del aborto entra en vigor en julio de 1985, el número de abortos ha ido creciendo de manera alarmante. En la actualidad se practican en España más de 50.000 abortos al año apoyándose en los tres supuestos existentes, sobre todo en el tercero, aquel que hace mención a la salud física o psíquica de la madre. El 98% de los abortos que se practican en España se acogen a este supuesto, que supone una puerta abierta a la legalización indiscriminada y masiva del aborto, ya que con que a la madre le sea expedido un cerificado por un mero y simple administrativo le basta.
El Partido Popular, en el poder gracias a una mayoría de votantes católicos, pese a votar en contra del cuarto supuesto, está de acuerdo con los otros tres, de hecho los incluyó en su programa electoral en las últimas elecciones. La pasividad del electorado católico es sorprendente.
Quiero recordar a aquellas personas que siempre le buscan los tres pies al gato, que en España tan sólo el 0,2% de los abortos que se realizan son debidos a una violación; y que la ley española sí considera al violador sujeto de derecho (cosa que no sucede con el nasciturus), al que protege de cualquier tipo de torturas y penas, ya no capitales, sino incluso perpetuas. Recordar también que en el caso de que una hipotética mayoría decidiera destipificar la violación como delito, ésta dejaría de ser delito (pero no de ser una violación). Lo mismo sucede con el aborto, dejará de ser delito, pero no dejará de ser un asesinato.
Hay cosas que están por encima de mayorías y de minorías, la vida humana está muy por encima de la decisión arbitraria de unos señores.
Quisiera terminar rindiendo homenaje a tantas y tantas mujeres que dieron su vida por no matar a un inocente:
-<<Gianna, si quieres que te salvemos, habrá que interrumpir el embarazo>>.
-<<Doctor, esa propuesta no se le hace a ninguna madre, nunca lo permitiré>>.
Gianna Beretta Molla, murió para salvar al hijo que llevaba en sus entrañas. El 24 de marzo de 1994 S.S. Juan Pablo II beatificó a Gianna. Allí estuvieron su marido y sus tres hijos.
David Torija
Muy buen trabajo David!!! Enhorabuena!