Reseña de “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo

Fueron muchos los profesores que, durante mi MBA, recomendaban la lectura de este libro. Decían que, junto con El Arte de la Guerra de Sun Tzu, eran  libros de cabecera de grandes estrategas y líderes empresariales. Leí el libro por primera vez en el avión que, a finales de 2010, me llevó a Santiago de Chile, para una aventura empresarial de la que finalmente no quise ser parte, porque si no cubríamos el riesgo divisa (íbamos a cobrar en Unidades de Fomento, una moneda dolarizada del gobierno chileno  y a pagar en euros, pesos chilenos, dólares e incluso en yuanes), la no muy elevada rentabilidad podía esfumarse, como dice la canción de Sabina, en lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. La inseguridad jurídica (años más tarde, pude comprobar, que, lamentablemente, también se tendría que haber tenido en cuenta el riesgo país, pese a que por aquel entonces Chile era el país con mayor seguridad jurídica de toda Hispanoamérica) de una operación de compraventa de un solar en la municipalidad de San Antonio, a un prestamista de origen judío con el que viví las negociaciones más duras en las que he participado, fue otro factor determinante en mi decisión.

Este fin de semana he terminado de leerlo por segunda vez. No es un libro de fácil lectura. Requiere una lectura sosegada, pausada y reflexiva, para poder discernir y captar adecuadamente sus mensajes. Y no, al contrario que El Arte de la Guerra, El vendedor más grande del mundo de Og Mandino o Winning de Jack Welch (considerado como uno de los mejores CEOs de la historia en Estados Unidos), no es uno de mis libros de cabecera (de ahí que sólo lo haya leído un par de veces).

El autor

Nicolás Maquiavelo nació en Florencia en 1469. Marcello di Virgilio le introdujo en la literatura Griega y Latina de los grandes clásicos (Platón, Aristóteles, Tucídides, Virgilio, Dante, Santo Tomás…)

Fue secretario de la segunda cancillería de la república florentina, donde tenía a cargo veintitrés legaciones extranjeras y comisiones ante las ciudades dependientes de la república. Fue dejando testimonio escrito de sus misiones diplomáticas, en las que puede verse reflejado la formación de su pensamiento político. La llegada de los Médicis a Florencia en 1512 supuso el fin de la república y de la actividad política de Maquiavelo.

Acusado de rebeldía contra los Médicis,  sufrió prisión. Periodo que le sirvió para reflexionar y dar forma a sus pensamientos con sus obras Los discursos sobre la primera época de Tito Livio, La mandrágora, El Príncipe, El arte de la guerra (no confundirla con la obra de igual título de Sun Tzu) y La vida de Castracanne. Posteriormente, en 1520, nombrado historiador oficial del señorío, escribe Historias florentinas. Murió en 1527, año de la expulsión de los Médicis de Florencia.

El libro

Escrito en 1513, es considerado como el primer clásico del pensamiento político moderno.  Es un compendio de veintiséis consejos y reflexiones sobre el arte de conquistar y conservar el poder de un principado. Fue escrito para aconsejar a Lorenzo de Médicis sobre cómo comportarse antes las distintas situaciones que puedan presentarse.

Como se decía, ha sido y es el libro de cabecera de estrategas, líderes empresariales, políticos y militares. Lo es de los más cultos y preparados claro está (me cuesta creer que el más próximo coetáneo y narcisista sin escrúpulos presidente, haya dedicado parte de su tiempo a su lectura (de quien un combativo periodista asegura que no ha leído ni la tesis doctoral para él escrita por un afamado economista de su partido), aunque alguna de sus maquiavélicas  acciones parezcan estar sacadas directamente de El Príncipe).

Una gran parte de los consejos y reflexiones serían, a mi juicio, aplicables actualmente sólo a la milicia. Si bien parece que la actual élite globalista también parece seguir sus designios. Cuando Maquiavelo dice “nuestros antepasados florentinos, y los que era considerados sabios, solían decir que había que conservar Pistoia con sus  facciones internas, y Pisa con sus fortalezas;  por eso apoyaban los conflictos en algunas de las ciudades sometidas, para controlarlas más fácilmente” , o cuando dice “ Por eso hay muchos que consideran que un príncipe sabio debe alimentar con astucia algún conflicto siempre que se le presente la ocasión” no puedo evitar ver reflejadas aquí las acciones del globalista George Soros, quien se jacta de defender y apoyar, a través de su Open Society y otras patas de su diáspora, una causa y la contraria, para desestabilizar a quien le convenga en función de sus intereses económicos. Como hizo por ejemplo, durante el procés en Cataluña, para desde España, desestabilizar Europa en pro de intereses económicos del eje anglosajón (como demuestra la investigación de los profesores  Juan Antonio de Castro y Aurora Ferrer plasmada en su  libro Soros rompiendo España, publicado por Homo Legens en 2019), o como más recientemente parece estar sucediendo con la guerra en Ucrania, fruto de intereses geopolíticos de terceras partes.

En el Príncipe pueden identificarse prácticas que, ya sea en la política, como en el mundo empresarial, podemos encontrarnos fácilmente. De ahí que cuando en la obra se dice “Pero hay un método que nunca falla para que el príncipe pueda conocer a su ministro: cuando veas que el ministro piensa más en sí mismo que en ti, y que en todas sus acciones busca su propio beneficio, piensa que una persona que actúa de esa forma nunca podrá ser un buen ministro y nunca podrás confiar en él.” Podemos identificar aquí a personas que no sólo no se alinean con la misión, visión y valores de su empresa, o con los principios de su partido en el caso de la política, sino que están dispuestos a hacer lo que haga falta para llegar a sus metas personales, aunque sus acciones, fruto de su egocentrismo, perjudiquen claramente a su empresa o partido, traicionando a éstos cuando sea menester.

Lo que se complica si a esto le unimos a los aduladores y palmeros que ya describía Nicolás Maquiavelo en su obra “No quiero dejar de tratar una cuestión importante que constituye un error del que los príncipes se defienden con dificultad si no son hombres prudentísimos o si no logan hacer una buena elección. Se trata de los aduladores que llenan las cortes, porque los hombres se complacen tanto en sus propias cosas, y se engañan a sí mismos de tal manera, y difícilmente pueden defenderse de esta peste, si uno no quiere defenderse…Hay una sola forma de guardarse de las adulaciones: que los hombres comprendan que no te ofenden si te dicen la verdad.”  Lo que demuestra cuán importante es pedir y saber dar feedback asertivamente.

Cuando traición y adulación confluyen en las mismas personas, se obtiene un cóctel peligrosísimo que suele darse, como con gran sentido del humor suele describir el experto en Recursos Humanos Juan Luís Garrigós, cuando su elección o designación se toma a la ligera y se dice aquello de “esto lo arreglo yo con cuatro vampiritos” dejando los destinos de nuestra milicia, empresa o partido en manos de Araña, Pincha, Cortés y el Pichón Maltés. Lo que nos lleva a irnos al carajo y, siguiendo con la nota humorística iniciada, como bien ha indicado recientemente, la sin par (a Dios gracias) Ministra de Trabajo de este país, antes llamado España, no hay cohetes para todos.

Es un libro cuya lectura recomiendo. Pero si uno quiere adentrarse adecuadamente  en esta obra clásica, como decía al principio de esta reseña, ha de hacerlo con una lectura sosegada y reflexiva.

El Príncipe

Nicolás Maquiavelo

Editorial El Ateneo

 Una reseña de David Torija Pradillo

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
Esta entrada fue publicada en Management & Leadership y etiquetada , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario