(Artículo publicado en Frikonomics.com el 5 de agosto de 2010)
Haciendo un símil con la película protagonizada en su día por Concha Velasco, quien no es la primera vez que es protagonista no <<de estrella solista que hace suspirar>>, pero sí de algún chascarrillo jocoso en Frikonomics (como sucedió en que viva el IVA), voy a hablaros de dos actitudes frente a la vida, las dos tan dignas como respetables, una conservadora y otra más aventurera.
Un altísimo porcentaje de los jóvenes españoles prefieren ser funcionarios a crear su propia empresa. Sin embargo, esta cifra se da la vuelta en la mayoría de países de nuestro entorno. A simple vista, el optar a un empleo público, con un contrato blindado, que nos garantice un salario fijo para toda la vida, parece la postura más lógica y sensata.
Dicen que, debido a nuestra cultura, este afán por el conservadurismo laboral ha regido siempre en nuestras conciencias. Por poner un ejemplo, volviendo al mundo del celuloide, recuerdo que en la mítica película española “El tigre de Chamberí” mientras que el siempre astuto, Tony Leblanc, intentaba explotar un golpe fortuito del recordado José Luís Ozores, para convertirlo en boxeador y sacar tajada con ello, la madre del futuro púgil trataba de bajarle de la nube y ponerle los pies en el suelo diciéndole aquella simpática frase de <<…yo quiero que tengas un empleo digno, como cobrador de autobús, “pa” ir con la cabeza bien alta>>
Pero el de aspirante al funcionariado no es siempre un camino de rosas. He visto a mucha gente quemar su juventud en el intento. Lo más sangrante es que en España, país de la picaresca por excelencia, tierra que vio nacer al Lazarillo de Tormes y al Buscón, funciona muchas veces, la figura de, regresando al séptimo arte, El Padrino. Se me antoja tremendamente injusto que, en ocasiones, no todo el mundo parta con las mismas oportunidades.
Si analizamos, grosso modo, las cifras de empleo público de nuestro país, de 18 millones de trabajadores, 3 millones son funcionarios. Contamos con el más alto porcentaje de trabajadores públicos de nuestro entorno. Algo que en buena medida, en un mundo tan dinámico y cambiante, tiende a modificarse, y creo que ha de hacerse en pro de aumentar nuestra productividad, para ser mucho más competitivos en un mundo globalizado. ¿A qué me refiero con este dinamismo imperante? Muy sencillo, la mayoría de nuestros padres han tenido un único empleo a lo largo de toda su vida laboral, mientras que nosotros, la generación de jóvenes que bien nos acabamos de incorporar al mercado laboral, bien llevamos entorno a una década en el mismo, nos tocará cambiar de trabajo, de media, cada cuatro o cinco años. Para estar en condiciones de competir en el mercado laboral, no nos cansaremos de recomendar desde Frikonomics que se debe apostar por la formación continua.
Decía al inicio que iba a hablar de dos actitudes, de dos caminos que podemos tomar en nuestra vida laboral; del primero, de aquel que busca una mayor estabilidad, ya me he ocupado en los párrafos anteriores. Le llega el turno al segundo, al más ingrato, aquel que supone una mayor y una constante incertidumbre, el emprendedurismo.
Sí, existe un pequeño porcentaje de jóvenes españoles que sueñan con montar su propia empresa. A vosotros sólo puedo deciros que el camino no va a ser fácil, leed el libro negro del emprendedor (ya comentado desde estas páginas), para corroborar si tenéis madera de emprendedor, si estáis dispuestos a hacer el sacrificio y a correr el riesgo que ello supone. Porque una cosa es tener ilusión por algo y otra estar dispuesto a sacrificarse hasta la extenuación para conseguirlo. De hecho, la publicación de carácter económico empresarial más vendida en España es la revista Emprendedores. Pero permitidme que me reitere, tirando además del sabio refranero español, del dicho al hecho hay un trecho; y, como dice una canción de los desaparecidos 091, faltan soñadores no intérpretes de sueños.
Permitidme que os recomiende una película: Rudy, reto a la gloria. Basada en una historia real, Sean Astin, en el papel del enjuto Rudy Ruettiger quien, con su poco más de metro y medio de estatura, sueña con jugar al fútbol americano en el equipo de la Universidad de Notre Dame. En el intento se deja, literalmente, la piel. No voy a negar que, pese a ser considerada por algunos despectivamente como una película de sobremesa de fin de semana, es una de mis películas favoritas. Es una historia que puede servir de motivación a todos a aquellos que sueñen con montar su propia empresa y están dispuestos a pelear duramente por ello.
Como sabréis, una de nuestras directrices es fomentar el espíritu emprendedor como fuente generadora de riqueza y de empleo. Nuestra economía necesita gente que se arriesgue y que luche por tirar del carro, que produzca empleo y que nos devuelva a la ansiada senda del crecimiento.
Sea cual sea el camino que hayas elegido, recibe todo nuestro ánimo y, recuerda, cuanto más duro sea el camino, mayor satisfacción producirá la recompensa.
David Torija Pradillo