Artículo escrito para www.lagaceta.es
No voy a hablarles hoy de esa puerta abierta al conocimiento que es Internet, y que nos facilita el acceso a una cantidad de información incalculable. Ya que todos podemos acercarnos a la misma, prácticamente en igualdad de condiciones, pues el día tiene 24 horas para todo el mundo. En lugar de eso, voy a hablarles del mayor activo de un directivo, la información que posee.
En Enero de 2008, los periódicos económicos de todo el mundo, aireaban una curiosa noticia. Jérôme Kerviel, un antiguo empleado de Société Générale (en adelante SG), como consecuencia de su mala praxis ocasionó pérdidas a su compañía por la friolera de 4.900 millones de euros, en una operación considerada como uno de los mayores fraudes de la historia.
A mi juicio se trata de un suceso con demasiadas sombras. El tinglado financiero que Kerviel había organizado fue descubierto en plena caída en barrena de las bolsas de todo el mundo, ese fue el argumento que utilizó el Presidente de SG, Daniel Bouton, para justificar, en rueda de prensa, el que dejase escapar a su empleado tras interrogarle, ya que le preocupaba más parar la sangría de pérdidas que poner a este sujeto a disposición judicial.
Kerviel ha sido condenado por la justicia gala a 5 años de cárcel y a pagar los daños ocasionados. Me llama poderosamente la atención que SG declare que no va a exigirle a su ex broker el pago de la cuantía estafada, ya que tardaría en hacerlo 177.000 años. Siento ser malpensado, pero quizás la compañía no esté realizando un presunto gesto de humanidad, más bien puede que Société Générale, más allá de no intentar el cobro de una cuantía difícil de recuperar, esté asegurando el silencio de su antiguo empleado para que, cuando menos, no salgan a la luz más fallos en sus sistemas de control.
Los directivos de una compañía son conocedores de los entresijos de la misma. Y como reza el título de este artículo, la información es poder. De ahí que muchas de las cuantiosas indemnizaciones por despido de un directivo lleven implícitas el silencio y la confidencialidad de éste.
¿Saben cuánta información confidencial de una compañía podría sacar un empleado despechado tras ser despedido en un simple lápiz de memoria en cuestión de minutos (o tal vez en segundos)? ¿Se imaginan el daño que podría hacer a la empresa si esta información cayese en manos de su competencia? Este es el motivo por el cuál, en Estados Unidos, cuando te despiden, dejas automáticamente de tener acceso a los archivos de la empresa y hasta te bloquean tu cuenta de correo electrónico, y un guardia de seguridad te acompaña amablementehasta la salida del edificio mientras portas tus pertenencias personales en una caja de cartón.
Pocas compañías en España (los bancos sí tienen un protocolo parecido) siguen esta poco humana pero precavida forma de proceder.
Pero como todo en la vida, creo que se ha de buscar un término medio. Cuando alguien abandona una compañía debemos hacer examen de conciencia y preguntarnos el porqué lo hace. Una herramienta muy útil es realizar una entrevista de salida al empleado, para conocer de primera mano los motivos de su marcha. En caso de despido, las partes deben de buscar la solución menos traumática y mejor para ambas. Ese as bajo la manga que supone el conocer la información de una compañía, por ética profesional, no debería ser utilizado nunca, salvo en ocasiones extremas que, como las meigas, haberlas hailas.
David Torija