¿Cuál será la evolución del dólar?

Es cierto que, como sucede con tantas otras cuestiones vitales de resultado incierto y difícilmente predecible, estamos ante la pregunta del millón. Mi amigo Esteban me recuerda con cierta frecuencia mi errónea predicción sobre el tipo de cambio del euro frente al dólar, ya que un servidor se atrevió, a finales de este verano, a situarlo en el medio plazo entre 1,50 y 1,55 basándome para ello en el análisis técnico (predicción del comportamiento futuro de una determinada variable estudiando sus gráficos históricos), en la coyuntura económica actual y en mis conversaciones con un amigo gestor de patrimonio que me aseguraba la decidida apuesta por la debilidad de la moneda americana de renombradas gestoras.

Todo apunta a que me equivoqué en mi estimación (al igual que mi amigo y las gestoras de fondos de inversión). Y es que si existiera una bola de cristal que nos dijera a ciencia cierta cuál va ser el comportamiento de las variables cuyo resultado queremos conocer, más de uno pasaría a engrosar las listas del INEM. La explicación a todo esto se puede encontrar en uno de los refranes que con más frecuencia utiliza mi abuelo (de quien tantas cosas he aprendido) un Juez me preguntó que de qué me mantenía, yo me mantengo del robo, ¿de qué se mantiene usía? Con la venía, permítaseme apostillar con cierta sorna que espero que el mismo no sea malinterpretado por ninguna víctima de la LOGSE. Pero el mundo, para bien o para mal, está montado así, y el trabajo de los unos depende del trabajo de los otros.

Algún ávido lector pensará, no sin algo de razón, que me atrevo a publicar este artículo ahora que el euro se asoma tímidamente a los máximos de los últimos doce meses. El objetivo real de estas líneas no es aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para tratar de justificarme con mi amigo, no, en realidad tan sólo pretendo reflejar la importancia que tiene la evolución de las divisas para las empresas en una economía globalizada.

Hace apenas un par de meses estuve estudiando la posibilidad de llevar a cabo una operación en un país emergente junto con otros empresarios con una amplísima experiencia en el mundo de los negocios y un bagaje mucho más amplío que mi pequeño equipaje de mano en el mundo empresarial. Una de las mayores dificultades para predecir con la menor desviación posible la viabilidad de la propuesta estribaba, a mi juicio, en el riesgo divisa. Permítanme que me explique, los pagos a proveedores, trabajadores y demás agentes participantes en el negocio se iban a llevar a cabo en euros, dólares y en la moneda local (con la posibilidad de que apareciesen en escena el yuan y alguna otra moneda más). Mientras que los cobros se iban a llevar a cabo, con un importante desfase temporal, únicamente en una unidad monetaria que es el resultado de descontar diariamente a la moneda local el efecto de la inflación (o la variación de los precios en dicho país). Todo esto provocaba que, agudizada por la diferencia temporal entre cobros y pagos, una variación significativa en el tipo de cambio de alguna de las monedas declinaba la balanza de la cuenta de resultados en un sentido o en otro de forma extrema.

Precisamente para cubrir el riesgo divisa, protegerse frente a los efectos de la inflación…nacieron los contratos de opciones y  futuros. Éstos son la semilla de productos como los Swaps o los Forwards, que dan cobertura a este tipo de operaciones minimizando o eliminando el riesgo de que variaciones en el tipo de cambio de una moneda puedan llevar al traste determinada operación empresarial.

El empresariado español, acostumbrado en muchos casos a mirar tan sólo de puertas para adentro, debe, instado sobre todo por la actual coyuntura económica, abrir su mente al mercado exterior  aprovechando las herramientas existentes (léase oficinas estatales o locales de apoyo a la internacionalización, seguros de tipos de cambio…) para no dar pasos a ciegas y poder llevar a buen puerto sus inversiones.

Pero como el hombre es ambicioso por naturaleza, también nacieron otros productos financieros relacionados como los Warrants, CFDs, ETFs (por no hablar de “turbos” y otros complejos instrumentos al alcance del pequeño y arriesgado inversor…) cuya productividad en el sistema se puede poner fácilmente en entredicho, ya que están más cerca de la especulación o de un juego de casino, que de la inversión… Y tenga en cuenta una cosa, en el juego, la banca siempre gana. Esto no es nada nuevo, les recomiendo que vean la película, protagonizada en 1983 por Eddie Murphy, Entre pillos anda el juego para que entiendan cómo instrumentos cuya finalidad original es la protección del empresariado de los altibajos de determinadas variables se acaban convirtiendo en herramientas de especulación.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Existen muchas similitudes entre los productos que nos ocupan y los complejos productos financieros fruto de titulizaciones de hipotecas subprime que fueron la semilla de la actual crisis global y que sorprendentemente (y así me consta) llegaron a ser compradas, dada la alta rentabilidad que ofrecían, por expertos gestores. Y es que, volviendo a echar mano del sabio refranero español, nadie da duros a cuatro pesetas.   

 Artículo escrito para Frikonomics.com

David Torija Pradillo

davidtorija@coev.com

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
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