La inflación retoma la senda alcista

Artículo publicado en lagaceta.es (16/08/2010)

Desde el nacimiento de la Unión Económica y Monetaria Europea (en adelante UEM), la política monetaria (conjunto de medidas que pueden adoptarse para controlar la cantidad de dinero en circulación, así como el precio del mismo… al objeto de cumplir determinados objetivos macroeconómicos) es competencia del Banco Central Europeo, mientras que de la política económica (plan de actuación que incluye medidas de carácter fiscal, de rentas…) se ocupan los distintos gobiernos a través de sus correspondientes ministerios de economía, siguiendo, eso sí, las directrices que se marcan desde Bruselas.

El objetivo prioritario de la UEM ha sido, desde su creación, lograr la estabilidad de precios, para evitar la temida inflación. ¿Pero en qué consiste este palabro que con tanta frecuencia aparece en las noticias de índole económica? La mejor definición de este fenómeno me la dio en su día, allá por los años 90, el profesor Miguel Ángel Galindo, quien, tras advertirnos de que el alumno que escribiese la palabra inflación con dos “c” quedaría inmediatamente suspenso, apostillando con ironía que: Inflación se escribe con una sola c, salvo en Telemadrid, definió ésta como un aumento general y continuo de los precios.

La variación en los precios se mide con el Índice de Precios de Consumo (Expresión numérica ponderada que mide el incremento o disminución experimentados por los precios de los bienes y servicios consumidos por una unidad familiar media a lo largo de un periodo de tiempo determinado), en adelante IPC, es una magnitud que se confunde habitualmente con la inflación (siempre que ésta se entienda como un comportamiento al alza de los precios). El IPC está formado por una serie de productos de la cesta de la compra, y siempre se ha dicho que es una magnitud fácilmente manipulable, ya que el gobierno tiene la potestad de fijar qué productos componen este índice.

Dando por bueno el glosario de términos comúnmente aceptado, esta semana hemos conocido que el dato de la variación de precios ha aumentado 4 décimas en su tasa interanual, situándose en el 1,9%.Aumento que le vendrá muy bien a mi casero cuando en diciembre me revise la renta anual, y a mi, no tanto.  Se trata de la tasa más alta desde noviembre de 2008. Atrás quedaron los mínimos de hace un año cuando, en julio de 2009, nos situábamos en el -1,4% haciendo saltar las alarmas por una posible deflación, fenómeno antagónico a la inflación, y que por ende, podíamos definir como un descenso generalizado y continuo de los precios, que nos podría haber llevado a entrar en una peligrosa espiral que hubiese imposibilitado cualquier halo de crecimiento y recuperación. De esto en Japón saben mucho (tras muchos años con deflación).

Si excluimos del dato de variación de precios anual, a la energía y a los alimentos frescos no elaborados (parte más fácilmente manipulable ya que, por ejemplo, de producirse una subida en el precio del pollo y una bajada en el de las patatas, éstas podrían sustituir a aquél en la cesta de la compra del IPC), tenemos una información mucho más fiable, es la conocida como inflación subyacente, dato que, fruto de un aumento de la tasa de ahorro de las familias, llegó a situarse en España en un cota mínima del 0,4%, y que se sitúa actualmente en un 0,8%.

Téngase en cuenta que julio es un mes en el que tradicionalmente, fruto de las rebajas, se produce un descenso en el índice de precios. Aunque en esta ocasión ha sido un mes atípico, debido al alumbramiento de los nuevos tipos del IVA. Por lo que los resultados obtenidos en las tasas anteriormente mencionadas pueden estar parcialmente desvirtuados, más aún, cuando algunas empresas comerciales han optado por absorber la subida del IVA (rebajando de la base imponible la cuantía correspondiente a la subida del impuesto), para no mermar sus escasas ventas,  aunque sea a cuenta de una reducción en su cuenta de resultados.

Ya que hemos hablado del fenómeno de la inflación, no quisiera finalizar sin aconsejar a todas aquellas personas que cuentan con unos pequeños ahorros por los que no obtienen rentabilidad alguna (en cuentas de ahorro o cuentas corrientes no remuneradas), que deberían al menos, buscar una rentabilidad igual a la inflación interanual, ya que ésta refleja el encarecimiento de la vida, para no perder poder adquisitivo. Eso sí, mucho ojo con los distintos productos financieros que intenten colocarles en su banco (infórmense siempre bien y lean la letra pequeña) ya que sus empleados actúan en muchas ocasiones, por requisitos del guión, como meros comerciales obligados a cubrir un cupo de objetivos.

David Torija Pradillo

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
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