Si el pasado domingo era El Corte Inglés el que presentaba sus resultados ante sus accionistas, ahora le toca el turno a Mercadona. Con una facturación en 2009 de 14.402 millones de euros (un 0,83% más que en 2.008), la empresa de Juan Roig le pisa los talones a la de Isidoro Álvarez, ya que El Corte Inglés ha facturado este año tan sólo 1.954 millones de euros más que Mercadona, por lo que continúa reduciéndose la distancia, en lo que a volumen de ventas se refiere, entre ambos gigantes. Y lo que es peor para los de la enseña verde triangular, la percepción del prestigio de la marca Mercadona es superior a la de El Corte Inglés según el conocido ranking Global Reputation Pulse.
Como el ávido lector habrá podido comprobar, mientras que el Corte Inglés disminuye su volumen de facturación y su percepción de prestigio de marca, Mercadona lo aumenta. Pese a que El Corte Inglés abarca otras líneas de negocio, el descenso del grupo del Sr. Álvarez procede de su cadena de supermercados, Hipercor, y en menor medida de su división de viajes que, pese a los sufrimientos del sector, se mantiene bastante estable con una ínfima caída en su facturación.
En cuanto al beneficio (téngase en cuenta que ambas empresas cuentan con capital privado, siendo sus mayores accionistas sus respectivos presidentes, estando el resto de acciones en muy pocas manos), según los datos facilitados por Mercadona, su EBITDA (beneficio antes de intereses, depreciaciones, amortizaciones e impuestos) en 2009 ha sido de 725 millones de euros, un 13% inferior al obtenido el año anterior. Por lo que la cadena valenciana ha crecido reduciendo los beneficios obtenidos por su propiedad.
Mercadona en 2009 creó 500 nuevos puestos de trabajo (todos los empleados de la compañía son fijos), por lo que cuenta ya con una plantilla de 62.000 trabajadores. Ambas compañías destacan por sus políticas de Recursos Humanos, ya que las dos tienen fama de cuidar a sus trabajadores.
Los éxitos de Mercadona se deben, en gran medida, a las políticas innovadoras de su presidente y a su fijación por bajar el precio de sus productos. Si la compañía tiene fama, como comentábamos anteriormente, de cuidar a sus empleados, también la tiene a la hora de apretar a sus proveedores (razón por la cual ha prescindido de algunas marcas en sus lineales). Pero, viendo el vaso medio lleno, ser interproveedor (aquel proveedor que establece un acuerdo de colaboración mutua con la compañía buscando una integración vertical o aguas arriba) de Mercadona supone la oportunidad de que la cadena te garantice la compra de tus productos, lo que requiere una perfecta planificación para no fallar a la compañía valenciana, porque al Sr. Roig no le tiembla el pulso a la hora de prescindir de quienes resultan no ser eficientes.
En definitiva, el éxito de Mercadona radica , a mi juicio, amén de la visión estratégica de su presidente, en la capacidad de vendernos tiempo libre. Me explico, con una jornada laboral extenuante, con unos trayectos al puesto de trabajo estresantes y cuasi eternos, uno ansía llegar a casa para disfrutar del poco tiempo libre que le queda, y no perder demasiado en su compra periódica. De ahí que nos vendan las ensaladas embolsadas listas para comer (lo que nos ahorra tener que lavar la lechuga, cortarla…), así como una infinidad de alimentos precocinados listos para ser servidos directamente en la mesa. En esa misma línea, Mercadona optó por eliminar las carnicerías (actualmente con presencia testimonial de meros cortadores, que desarrollan, a su vez, otras labores dentro de la superficie de ventas), ofreciéndonos la carne en bandejas; con la fruta, el modus operandi cambió, ya que con el número de integrantes de las familias en claro descenso y el auge de las familias monoparentales, varias piezas de la fruta de la bandeja solían tener como destino final el cubo de la basura; de ahí que cambiasen el proceso (con los correspondientes daños colaterales), sirviéndoles además, para hacer la competencia a los simpáticos súbditos pakistanís que regentan la infinidad de fruterías lindantes con sus centros.
Con el espíritu crítico que me caracteriza, he de señalar que no todo son aciertos, pues con el ánimo de reducir al máximo el precio de la cesta de la compra, el Sr. Roig ha prescindido de determinadas casas, como determinada marca de pasta, lo que provoca que clientes como un servidor, tengamos que ir a buscarla a otro supermercado, reduciendo nuestras visitas a Mercadona.
Así mismo, he detectado un cambio en el target (clientes objetivo) de Mercadona, centrándose, en mi opinión, en la clase de menor poder adquisitivo, algo muy loable, aunque no tiene porque ser lo correcto, ya que este target puede que estuviese ya bien cubierto por otras cadenas. El tiempo dirá si esto es así, y en ese caso, si es una política acertada o no. Lo que si es cierto es que a Juan Roig, si detecta que las cosas no van bien, no le duelen prendas a la hora de variar el rumbo de la nave los grados que sean necesarios.
David Torija Pradillo