Artículo publicado en Frikonomics.com.
Hace un par de meses publicábamos en Frikonomics una reseña sobre un interesante libro titulado Contabilidad Creativa. La disertación del mismo puede resumirse con aquella antigua leyenda anónima que cuenta que un mercader, deseando saber cuánto eran dos más dos, preguntó a su contable para que le ayudara a conocer la respuesta. El contable se le acercó y, después de comprobar que nadie les escuchaba, le susurró al oído: ¿Usted cuánto quiere que sea?
En efecto, utilizando las distintas metodologías de valoración de activos contables, aprovechando los diferentes criterios que contempla la ley, se puede influir en el resultado empresarial. Son muchas y diversas las formas de variar el beneficio, unas dentro de la legalidad, y otras, no tanto. Es lo que se denomina contabilidad creativa o earnings management.
Contabilidad y fiscalidad no siempre van de la mano, de hecho, las diferencias entre las amortizaciones contables y fiscales, son perfectamente legales. Pues bien, sepa usted que mediante las amortizaciones se podría decidir variar el beneficio de la empresa.
Existen diversas razones que nos pueden llevar a variar, dentro de los términos que permite la norma, la contabilidad. Veamos algunos motivos que pueden llevar a los directivos a variar los resultados contables:
- Se puede intentar aumentar el valor de una empresa para defendernos frente a adquisiciones hostiles.
- Los directivos pueden incrementar el valor de la empresa para aumentar su propia retribución cuando ésta se encuentre ligada a la consecución de unos determinados objetivos.
- O pueden llevarla a cabo buscando que se valore más su labor directiva, buscando aumentar su prestigio profesional.
- También se puede perseguir la obtención de un beneficio reducido de cara a acceder a subvenciones, llevar a cabo regulaciones de empleo, para evitar reducciones de tarifas en sectores regulados o, incluso, de cara a la renegociación de contratos, o a la planificación de remuneraciones futuras o, simplemente, pagar una menor cuantía en el impuesto de sociedades.
A través de los arrendamientos podemos también variar la imagen fiel de la empresa. Sabemos que ajustando los niveles de endeudamiento se mejora, por ejemplo, la posibilidad de acceso al crédito de una empresa, ya que los departamentos de análisis de riesgos de las entidades financieras, de cara a concedernos o no financiación, tendrán en cuenta, principalmente, nuestro nivel de endeudamiento. Por lo que podemos utilizar los arrendamientos para mejorar nuestro nivel de endeudamiento.
Desde un punto de vista contable, existen dos tipos de arrendamientos: El financiero y el operativo. Un arrendamiento tendrá la consideración de arrendamiento financiero cuando se entienda que se transfieren sustancialmente todos los riesgos y beneficios inherentes a la propiedad del activo subyacente del contrato. De no darse esta condición, estaremos ante un arrendamiento operativo. Si tenemos un arrendamiento operativo, a toda la cuota se le da la consideración de gasto deducible.
Motivos que nos pueden llevar a forzar que un arrendamiento tenga una u otra consideración:
- Buscaremos tener un arrendamiento financiero cuando nuestro objetivo sea maximizar el beneficio (para retribuir a los accionistas), ya que tendremos un menor gasto.
- Optaremos por el arrendamiento operativo cuando queramos dar un mayor gasto y, por ende, pagar menos a la Agencia Tributaria. Practica ésta muy habitual entre notarios, médicos y profesionales liberales en general.
Las compañías aéreas suelen utilizar empresas satélites para adquirir sus aviones mediante arrendamientos operativos, buscando con ello mejorar sus cuentas (ya que son aparatos muy costosos y un endeudamiento tan alto daría muy mala imagen para una empresa cotizada).
Otra de las prácticas más habituales entre las empresas es realizar operaciones de factoring (sin recurso y con anticipación de capital con el que cancelan la deuda) a final de año, con el objetivo de mejorar la imagen de sus balances. Veamos esto con detenimiento:
El factoring es un contrato mercantil mediante el cual una empresa cede a una entidad financiera los derechos de cobro a sus clientes. A cambio de la misma, la empresa recibe una serie de servicios (gestión de facturas y de su cobro, anticipo de los importes, así como las posibles contingencias derivadas del impago de las mismas). El método concreto utilizado por las empresas para sacar activos del balance (y también pasivos), mejorando la foto del balance es el factoring sin recurso (la entidad financiera asume el riesgo de impago del crédito) y con anticipo de capital. El factoring sin recurso no consume CIRBE (Central de Información de Riesgos del Banco de España, valor que utilizan las entidades financieras para estudiar la concesión de financiación).
En definitiva, mediante esta práctica, al ceder en firme los créditos de la empresa a un tercero, éstos desaparecen del activo de la compañía. Pequeño detalle sin importancia: Estamos desvirtuando la imagen fiel de la empresa, lo que nos puede llevar a tomar decisiones erróneas si no somos conscientes del endeudamiento real de la empresa, cuyas consecuencias podemos pagar muy caras.
David Torija Pradillo