Artículo escrito para www.frikonomics.com
Se trata de un término utilizado en el argot económico para definir las consecuencias negativas que tiene para un país un incremento desproporcionado de sus ingresos. Surge en la década de los 60 tras el descubrimiento de unos importantes yacimientos de gas natural en los Países Bajos, que tuvo como resultado final una apreciación del florín, perjudicando al sector exterior en su conjunto. En este artículo vamos a estudiar la posibilidad de que los países emergentes de Hispanoamérica se vean afectados por este mal y cuáles pueden ser las formas de combatirlo.
Cuando un país aumenta en muchos enteros sus exportaciones en época de bonanza, generando importantes ingresos, puede suceder que éstos vuelvan a esta nación inundándola de divisas. Lo que trae como consecuencia la apreciación de la moneda local. Los buenos resultados del sector exterior provocan que se incentiven sus operaciones, en ocasiones, en perjuicio de otras actividades como el ahorro.
Esta situación se está viviendo en Hispanoamérica con las exportaciones de materias primas, y se agudiza por dos razones:
- La actual guerra de divisas entre Estados Unidos y China.
- La falta de confianza en algunos mercados bursátiles europeos (como el español), ha provocado que muchos inversores del viejo continente se fijen en los países emergentes latinoamericanos, buscando conseguir mayores rendimientos para su dinero.
Por lo que la ansiada inversión extranjera en Sudamérica tiene como inconveniente la apreciación de sus monedas. Situación que, dada la debilidad tanto del dólar americano y del yuan (unidad monetaria de la China continental (la moneda de Hong Kong es el dólar hongkonés)), se vuelve contraproducente.
Permitidme explicar todo esto:
Desde hace tiempo, el gobierno estadounidense acusa a China de mantener su moneda excesivamente baja de forma artificial para favorecer sus exportaciones. Mientras que el gobierno Chino acusa a Estados Unidos de mantener sus tipos de interés demasiado bajos, lo que provoca una fuga de capitales hacia el país oriental.
En un mundo globalizado, este tipo de acciones se reflejan en el resto de economías mundiales. Lo que tiene, como se decía, especial relevancia en Latinoamérica. Las empresas exportadoras latinoamericanas producen en su moneda local y venden en dólares americanos. Por lo que en medio de una situación de crisis global, se encuentran con que, aparte de producir y vender menos, su producción les cuesta más como consecuencia de la apreciación de su moneda, y venden a un menor precio fruto de la debilidad del dólar. Esta situación ha llevado a muchas empresas a tener que echar el cierre.
Para evitar el perjuicio que la apreciación de la moneda local produce sobre el sector exportador, los bancos centrales hispanoamericanos están haciendo acopio de divisas.
Otra solución es la aportada en su día por Noruega que, para evitar contagiarse de la enfermedad holandesa, se le ocurrió la creación de unos fondos soberanos de estabilización en los que guardaba parte de sus ingresos procedentes del petróleo. De hecho, Chile lleva años utilizando un fondo de estabilización en el que estaciona parte de sus ingresos del cobre.
No son pocas las voces que abogan en la región por una subida de impuestos a la inversión extranjera, en especial, a los inversores en renta fija (a donde acuden en masa los inversores occidentales más conservadores ante los bajos tipos de interés en Europa y Estados Unidos). Pero, pequeño detalle sin importancia ¿aumentar la carga tributaria a los inversores extranjeros en Latinoamérica no expulsará a éstos hacia otros países emergentes como Europa del Este o la India, siendo peor el remedio que la enfermedad?
David Torija Pradillo