Dinamismo y flexibilidad frente a inmovilismo y rigidez

La actual coyuntura económica está afectando especialmente a España. Las cifras de desempleo son alarmantes y todo apunta a la necesidad urgente de un cambio en nuestro modelo productivo. Como se ha dicho en otras ocasiones en Frikonomics, nuestro problema no ha sido sólo la excesiva dependencia del sector de la construcción. Nuestra obstinación hacía la intermediación (sin aportar valor alguno a lo que hacemos), la burda creencia de que I+D (Investigación y Desarrollo) es sólo una vía para pagar menos impuestos, nuestra obsesiva fijación por el empleo público, la falta de espíritu emprendedor y de apoyo al mismo y el miedo patológico al cambio, tienen mucho que ver en nuestra presente situación. Si queremos salir adelante tendremos, a mi juicio, que superar ciertas barreras culturales.

Veamos por ejemplo lo que sucede con el sector del comercio al por menor.

Nunca me ha parecido lógico que los horarios de apertura de los comercios coincidan prácticamente con la jornada laboral del resto de trabajadores. Desde hace décadas nuestras necesidades económicas nos obligan a trabajar a los dos miembros de una pareja. En muchas poblaciones españolas los comercios continúan cerrando al mediodía y los sábados por la tarde. La pregunta es bien sencilla ¿Cuándo diantres podemos ir a comprar? ¿Así como vamos a fomentar el consumo?

Sí, es cierto, existe algo de margen entre nuestro horario y el de los comercios. Terminamos de trabajar a las siete o a las ocho de la tarde (tras una maratoniana jornada laboral consecuencia del tiempo que dedicamos a comer al mediodía, otro legado de nuestro patrimonio cultural) y el Mercadona de la esquina de casa cierra a las nueve y cuarto. Como también es cierto que hacer la compra no es nuestra única tarea para ese intervalo de tiempo. Sin olvidar que muchos de nosotros pasamos gran parte de ese tiempo en un atasco ya que nos vemos masivamente avocados a hacer uso del transporte privado como consecuencia del deficiente transporte público de muchas ciudades.

La resistencia al cambio se refleja a la perfección en las  palabras del propietario de un pequeño comercio: “yo no abro los sábados por la tarde, tengo derecho al descanso…» Para a continuación apostillar: «desde que abrieron el centro comercial, al que se le permite abrir el sábado por la tarde, mis ventas han bajado un 30%…y ahora pretenden abrir los domingos ¿Hay que hacer algo?”

Lícitas y comprensibles palabras de quien está sufriendo especialmente la crisis, pero, precisamente por eso, es momento de hacer algo. Y no estoy hablando de buscar la protección gubernamental para impedir que sus competidores abran los domingos. Quizás debería plantearse ampliar su horario, hacerlo compatible con el de sus clientes. Para lo que tendrá que contratar gente (disminuyendo las cifras de desempleo), estableciendo turnos de jornada continua, facilitando la conciliación del trabajo con la vida familiar de sus empleados, ofreciendo una mayor remuneración durante los horarios menos atractivos…

Quizás, la libertad de horarios no sea una amenaza si no una oportunidad.

Siento envidia de las ciudades Estadounidenses en las que la libertad de horarios es una realidad, dónde, dicho sea de paso, la tasa de paro es ridícula si la comparamos con la española. Dónde los jóvenes quieren crear empresas y se les apoya para que lo hagan. Dónde los trámites burocráticos son mucho más ágiles y la mentalidad de los agentes económicos mucho más abierta, de tal forma que puedes alquilar un local tan sólo por unas horas.

Si queremos seguir adelante debemos innovar, ser dinámicos y creativos. De nada sirve sentarse a esperar que escampe, hay que agudizar el ingenio y buscar soluciones.

 David Torija Pradillo

davidtorija@coev.com

Artículo escrito para:

 

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
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