Reseña de Lugares que no quiero compartir con nadie de Elvira Lindo

Confieso no haber seguido la trayectoria de la autora, más allá del mítico Manolito Gafotas, hasta hace bien poco. Tampoco soy lector de El País (donde ella escribe), al menos en papel. Es un diario que tan sólo compro cuando voy a visitar a mi abuelo. Se lo llevo en esas escasas (fruto de la distancia kilométrica que nos separa) pero entrañables ocasiones en las que voy a Madrid y puedo pasar un rato con él y reírnos juntos. Porque como mi abuelo dice: si no te ríes te salen arrugas, además de afectarte al hígado… Encomiable filosofía de vida la suya: yo no he venido a este mundo para amargarle la vida a nadie.

No sólo no compro El País, sino que durante mi adolescencia compraba el ABC, no por un conservadurismo impropio de la edad, que también, sino porque mi natural torpeza a la hora de pasar las páginas y de doblar el periódico se veía mitigada por la consistencia que otorgaban las grapas al viejo diario perteneciente, por aquel entonces, a Prensa Española y dirigido por el único juanista confeso, Luís María Anson (quien tras no pocos esfuerzos consiguió deshacerse de la tilde de su apellido).

Supongo que lo único que me unía con su Manolito Gafotas era la avenida de Los Poblados. Manolito de Carabanchel (Alto). Yo de Pozuelo (Pueblo). Llegado este momento, en el que he confesado que leía el ABC y vivía en Pozuelo (Pueblo), antes de ser etiquetado inmerecidamente de algo que no soy, he de apostillar que tanto la familia de mi padre  como la de mi madre son de Villaverde  (Alto). Teniendo yo poco más de un año de vida, una noche, tras avisarnos la Guardia Civil de que nos habían robado la radio del coche, mis padres decidieron abandonar Villaverde, y con mucho esfuerzo compraron una casa en Pozuelo, municipio dividido popularmente antaño entre Pueblo y Estación, línea fronteriza entre la sencillez y la opulencia. La carretera que unía Pozuelo (Pueblo) con Villaverde (Alto) a su paso por Carabanchel (Alto), tomaba (y toma) el nombre de avenida de Los Poblados.

Avenida que seguí utilizando, pese a la construcción de la carretera de circunvalación M40 que facilitaba el acceso a Villaverde (Alto) desde Pozuelo (Pueblo) porque, al igual que la autora, llegué tarde el día que repartieron el sentido de la orientación. Quizás por eso me sienta atraído por una ciudad como Nueva York, que numera sus calles y en la que, aparentemente, resulta difícil perderse.

Lugares que no quiero compartir con nadie es el título del último libro de Elvira Lindo, editado por Seix Barral.

Pese a haberme ido por los cerros del pueblo natal del marido de la escritora, he de decir que, tras la lectura del libro, me he quedado gratamente sorprendido con el estilo claro y sencillo de Elvira Lindo. Tal es así que ahora sigo sus publicaciones a través de las redes sociales; hasta puede que algún fin de semana este antiguo vecino de Pozuelo y ex lector de ABC termine comprando El País para leer alguna de las historias que Elvira cuenta en el otrora diario independiente de la mañana.

El libro cuenta las aventuras y desventuras cotidianas de una Elvira que, desde 2004,  pasa 6 meses al año en la ciudad de los rascacielos. Sus personajes literarios predilectos junto con el espíritu de otras ilustres celebridades que habitaron en su día en la ciudad, comparten escenario con Antonio, el marido de Elvira, y Lolita, su perra.

Poco a poco nos va descubriendo aquellos lugares que se han convertido en  refugio y oasis para una escritora que quisiera tener horario fijo en una ciudad tan inexorablemente veloz, metódica y caótica a la vez. Una ciudad hecha de parches, de retales más bien, que confeccionan un tapiz único en el mundo. Una ciudad que no deja indiferente a nadie, que despierta sentimientos extremos, querida y odiada a partes iguales.

Elvira nos descubre su barrio, el Upper West Side. Porque como ella dice, en Nueva York tienes que tener un barrio. El mío fue el NoHo, pero ésta es otra historia que otro día contaré por no robarle más protagonismo al libro y a su autora.

Con sus paseos, sus inquietudes y temores, sus festines gastronómicos con Xavi, por quien, gracias a la empatía que transmite Elvira en sus escritos, el lector seguro que sentirá aprecio…y hasta con un armadillo, nos enseña un poco más el Nueva York de la autora.

Estamos, en definitiva, ante un libro 100% recomendable cuya lectura no le defraudará. 

Lugares que no quiero compartir con nadie.

Elvira Lindo

Seix Barral. 2011

 

Una reseña de David Torija Pradillo

davidtorija@hotmail.com

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
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Una respuesta a Reseña de Lugares que no quiero compartir con nadie de Elvira Lindo

  1. Ramon dijo:

    «llegué tarde el día que repartieron el sentido de la orientación»

    Doy fe, el día que íbamos a Masanassa y aterrizasteis por el puerto de Valencia 🙂

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