A primera hora de aquella mañana de octubre, me dirigía en mi coche hacia el Registro Mercantil de Valencia, donde tenía que hacer unas gestiones para un cliente. Iba escuchando la radio cuando, de repente, saltó la noticia, habían encontrado el cuerpo sin vida de María de Villota en la habitación de un hotel de Sevilla. Caprichos del destino, María falleció un par de días antes de presentar el libro que hoy reseño, y que es, precisamente, un alegato por la vida.
Llegué temprano a mi destino, y me quedé consternado en el coche escuchando la noticia. No soy seguidor de la Fórmula 1, pero conocía la historia de María, su exitosa y prometedora carrera y su trágico accidente. La emoción incontenida del Presidente del Federación Española de Automovilismo, al ser entrevistado en la radio a los pocos minutos de conocerse la noticia, era una muestra de la calidad humana de María.
La luz de María no se apagó aquella mañana. Brilla en su libro aquí reseñado, fuente de inspiración y ayuda para aquellos que quieran sobreponerse a los golpes atizados por el implacable y cruel destino, y en la Fundación Ana Carolina Díez Mahou, dedicada a mejorar la calidad de vida de los niños con enfermedades neuromusculares, con la que María colaboraba activamente.
Como decía, ni sigo la Fórmula 1 en particular, ni el automovilismo en general. En parte se debe a una experiencia vivida casi una década atrás, en el circuito de Cheste, durante unos entrenamientos de Fórmula 1, en el transcurso de la presentación de una empresa de energías renovables con la que tuve cierta vinculación en sus inicios. Mientras visitamos el bóxer de Renault, fui testigo de cómo Fernando Alonso se negó a firmarle un autógrafo a un niño que, tras la negativa de aquel, rompió a llorar desconsoladamente. Su padre y una azafata hicieron el paripé y le entregaron un papel firmado por ésta, simulando ser la firma de Alonso, todo ello ante la impasible mirada del piloto asturiano.
Volviendo al libro, aun no siendo aficionado al automovilismo, me ha gustado y me ha emocionado su lectura. En La vida es un regalo, María cuenta las dificultades a las que siendo mujer ha tenido que hacer frente a lo largo de su carrera automovilística. Narra cómo fue y cómo sobrevivió a su accidente. La traición de su equipo, que la abandonó culpándola injustamente del accidente. Y lo hace sin un ápice de rencor, con un entusiasmo que lleva al lector a involucrarse emocionalmente con la historia de María.
María de Villota era un ejemplo de cómo sobreponerse a cualquier adversidad, por muy dura que sea porque, como dice el título de este libro cuya lectura recomiendo abiertamente, la vida es un regalo.
La vida es un regalo
María de Villota
Plataforma Editorial
Una reseña de David Torija