Leer es una de mis pasiones. Mi cumpleaños solía coincidir con la inauguración de la Feria del Libro de Madrid. Recuerdo con nostalgia que, en mi época de estudiante, me tomaba ese día la mañana o la tarde libre para pasear por el parque de El Retiro, otear por las casetas y comprarme un buen número de libros.
Estudié COU en una academia ubicada al principio de Núñez de Balboa, en el madrileño Barrio de Salamanca. Cada mañana, muy temprano, pues las clases comenzaban a las ocho de la mañana, tomaba el autobús 656 que me llevaba desde Pozuelo (pueblo) hasta el recién estrenado intercambiador de autobuses de Moncloa. Los 40 minutos de aquél trayecto los aprovechaba para leer, tanto a la ida como la vuelta, bien el periódico (por aquel entonces leía el ABC, entre otros factores, porque gracias a las grapas me resultaba mucho más manejable) bien algún libro, por aquel entonces, sobre todo de historia. Si la memoria no me falla, tomaba la línea 3 del metro una parada hasta Arguelles, allí hacía transbordo y tomaba la línea 4 hasta Velázquez. Trayecto éste, que también aprovechaba para leer.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, y que la calle de Alcalá era la única barrera entre el Parque de El Retiro y mi academia, aquel año visité por primera vez la Feria del Libro, precisamente, el día de mi cumpleaños. Aquello se convirtió en costumbre, y cada año celebraba el mismo con un agradable paseo y comprando un montón de libros que me acompañarían a lo largo del año.
Como decía, al año siguiente repetí experiencia. Por aquel entonces, preparaba la oposición de ingreso a la Escala Superior del Ejército en el Colegio de Huérfanos de la Armada, sito en la madrileña calle de Arturo Soria, mientras cursaba primero de Ciencias Físicas por la UNED. Yo quería ser piloto, mientras que en mi familia deseaban que fuese marino. Había conseguido plaza en el CHA (acrónimo del Colegio de Huérfanos de la Armada), como alumno externo, gracias a las gestiones de mi primo, el Teniente Coronel Luis Fernando Torija, quien nos dejó, años después, en acto de servicio en Haití, aquel fatídico 16 de abril de 2010.
Finalmente no obtuve plaza para ingresar en la Escala Superior, y decidí cambiar diametralmente el rumbo de mis estudios (como dije en una ponencia reciente, cuando se cierra una puerta, es tiempo de abrir ventanas) y me matriculé en Administración y Dirección de Empresas, carrera universitaria que se convirtió en mi pasión. Durante aquellos años, también tuve el placer de visitar la Feria del Libro, aunque mis adquisiciones comenzaran a ser libros de management.
Mis visitas a la Feria del Libro fueron constantes desde aquel año de COU, con la excepción de los dos años que compatibilicé mis estudios con mi trabajo como socorrista (pues desde el 15 de mayo hasta el 15 de septiembre sólo tenía los días libres que solicitaba para hacer mis exámenes) hasta que me licencié y me fui a trabajar a Ponferrada.
Ahora que se cierra el telón de esta edición de la Feria del Libro, he sentido cierta nostalgia de aquellas visitas, consciente de que, mis cambios de residencia (Ponferrada, Valencia, Galway, Nueva York y Valencia) me han mantenido alejado más de una década de la misma.
David Torija
davidtorija@hotmail.com