Dicen que tardamos dos años en aprender a hablar y toda una vida en aprender a callar. Cierto. Hablamos demasiado y, por ende, escuchamos poco. La prudencia es una importante virtud tanto en el terreno personal como en el profesional y muchas veces pecamos de hablar de más, desvelando información que puede volverse en nuestra contra y en la de nuestra empresa.
¿Crees que eres un buen escuchante? Si mientras una persona te está hablando tú estás pensando a la vez en la respuesta, le estás juzgando, le interrumpes constantemente, intentas anticiparte a lo que va a decir o personalizas su historia (“pues yo…”), lamento decirte que no sabes escuchar adecuadamente.
Una de las cualidades más importantes de un buen líder es, precisamente, saber escuchar.
Hay quienes definen las competencias básicas de un buen líder con el acrónimo EDA: Escuchar, Decidir, Afrontar. Esto es, un buen líder practica la escucha activa, tiene capacidad de toma de decisiones y las lleva a cabo asumiendo riesgos.
El considerado como el CEO más carismático del siglo XX en Estados Unidos, Jack Welch, habla de la importancia de dar voz a todos los miembros de una organización. Un buen líder ha de escuchar a los miembros de su equipo. Es la manera de conocer sus inquietudes y mejorar su rendimiento, de identificar las deficiencias organizativas y solventarlas e incluso de encontrar soluciones a los problemas existentes en la empresa, basadas en la experiencia y en la opinión de las personas que la integran.
Si hacemos preguntas abiertas y escuchamos a los miembros de nuestro equipo, solicitamos aclaraciones cuando no hayamos entendido algo y si recapitulamos al final para confirmar que hemos entendido todo, entonces, estaremos practicando la escucha activa.
Otra de las características de un buen líder es saber dar feedback a las personas de su equipo, esto es, decirles, en el momento oportuno, qué tal están haciendo las cosas y cómo podrían mejorar. Esto se hará con afán crítico constructivo en aras de mejorar su rendimiento.
Nunca, permitidme que insista, nunca se reprende o se critica el rendimiento de un subordinado en público. Cuando se quiere amonestar a una persona, es mejor hacerlo en privado, y hacerlo de manera asertiva (a nadie le gusta que les saquen los colores en público) aconsejándole, además, cómo corregir su error o bajo rendimiento.
Los reconocimientos sí se harán públicamente. Con ello conseguiremos aumentar la satisfacción de la persona elogiada por su rendimiento y que el mismo sirva de ejemplo y de sana motivación para el resto de componentes del equipo.
Pero un buen líder no se limitará a dar feedback sino que también pedirá feedback acerca de su manera de liderar, independientemente del escalafón empresarial, a los miembros de su organización para poder evaluar su rendimiento y mejorar su forma de liderar.
David Torija