Las navidades son para mí una época entrañable que evoca bonitos recuerdos. Una de las tradiciones navideñas es la de hacer regalos a familiares y amigos. Si alguien me preguntase hoy por los regalos que más me han marcado en la vida, le contestaría que han sido tres. Éstos son.
En aquellas navidades la economía familiar no estaba muy boyante. Yo era un niño que se entretenía con cualquier cosa, gracias a una poderosa imaginación. Pasaba muchas horas jugando con un Scalextric que mi madre le había regalado a mi padre al poco tiempo de casarse. Mis padres no podían permitirse hacernos grandes regalos de reyes aquel año, así que mi padre decidió darme una sorpresa ampliando aquel Scalextric.
Mi padre trabajaba fuera durante la semana y regresaba a casa el fin de semana. La semana de reyes compró unas pocas piezas de Scalextric y un tablero de madera. Le pidió el favor a un vecino carpintero que cortase el mismo. Nuestro vecino se olvidó. Mi padre llegó la víspera de reyes a casa. Vio con nosotros la cabalgata y, cuando nos fuimos a la cama, pues aún creíamos en los Reyes, mi padre se puso manos a la obra. Tardó varias horas en cortar aquel tablero y la noche entera en ensamblar aquel circuito de Scalextric que había diseñado para su hijo.
A la mañana siguiente, cuando nos levantamos a abrir los regalos de reyes, mi padre, aquejado de un fuerte dolor de espalda consecuencia del esfuerzo de la noche anterior, aún tuvo fuerzas para levantarse y ver la sonrisa de su hijo al ver aquel flamante circuito de carreras de varios pisos y curvas peraltadas.
Cuando años más tarde conocí cómo sucedió aquella historia, comprendí, aún más, cuál es el verdadero valor de las cosas.
Mis padres han sido siempre un ejemplo para mí. Sacrificaron muchas cosas a lo largo de su vida para que yo tuviese acceso a una buena educación y para que no me faltase de nada. El pasado mes de marzo a mi madre le detectaron cáncer. Fue operada mes y medio más tarde, y se ha estado sometiendo a tratamientos de quimioterapia y de radioterapia estos últimos meses.
Papa Noel se ha adelantado este año un par de días y nos ha hecho el mejor regalo, el más deseado: el resultado de su último tac. Tras 9 meses de lucha, parece que mi madre ha vencido al cáncer.
El tercer regalo, primero en orden de importancia, que más me ha marcado en la vida, no sucedió en Navidad, aunque sí un día 25. Lo más importante que me ha pasado en la vida es haber conocido a mi mujer, con quien comparto desde hace casi 14 años, contra viento y marea, un ilusionante proyecto de vida en común. Pero este regalo es doble, se completó con el nacimiento de nuestra hija. Los tres somos una familia feliz. La historia se repite.
¡Feliz Navidad!
David Torija