Hace unas semanas escribía sobre las que considero cualidades indispensables que ha de tener un buen líder. Hoy voy a hablar de más características para ejercer un adecuado liderazgo.
Existen personas acomplejadas que tienden a rodearse en la empresa de gente mediocre, buscando que sus subordinados no destaquen por encima de ellos. Se trata de un gran error, no sólo para la marcha de la empresa, sino para el desempeño de la labor del propio directivo que así obra, pues en lugar de poder enriquecerse con la experiencia y formación de su equipo, se empequeñece con él. Un buen líder se rodea siempre de los mejores y no teme por su puesto, pues su labor es, precisamente, coordinar y dirigir a su equipo sacando lo mejor de ellos individual y colectivamente.
Se puede afirmar que, frente a los problemas, aparecen tres tipologías distintas de personalidad: aquellas personas que los buscan y se recrean en los mismos, personas que los evitan y por último, personas asertivas.
La asertividad consiste en saber enfrentarse a los problemas, diciendo en todo momento lo que uno piensa, siendo justo y respetando a nuestro interlocutor. Es, a mi juicio, la mejor manera de enfrentarse al día a día, además de ser una de las cualidades más importantes que ha de tener alguien cuya labor sea la dirección de personas.
Un buen directivo y por ende un buen líder, ha de ser capaz de tomar decisiones. Muchas veces en condiciones de riesgo. Un buen líder, por tanto, con templanza, ha de tomar riesgos. Y como las cosas no siempre salen bien, ha de asumir responsabilidades y no escudarse en vagas escusas o, lo que es peor, en otras personas. Un buen líder da la cara por su equipo, su proyecto y su empresa, tenga las consecuencias que tenga.
David Torija