La vida en 140 caracteres

Hace ya algunos años, mi amigo y compañero de MBA, Felipe, y un servidor, teníamos una especie de extraña competición, en la que triunfaba aquel que obtuviese el mayor número de respuestas a nuestros tweets por parte de alguna de las personas conocidas o influyentes a las que seguíamos en Twitter. Si se madrugaba un poco,  fácil era, al menos por aquel entonces, establecer conversación con Mario Conde, quien se conectaba en torno a las cinco de la mañana a esta red social y por quien ambos procesábamos cierta admiración. En otra ocasión, un tweet mío, que provenía de una conversación con Pedro J. Ramírez,  apareció publicado a la mañana siguiente y para mi sorpresa en El Mundo (cuando aún aquél era su director) como “Tweet destacado” en un apartado que, si la memoria no me falla, se llamaba “Tweets al director”.

Era un tiempo en el que había que ser muy preciso y cuidadoso en Twitter, pues los tweets estaban limitados a 140 caractéres.

Confieso que uso poco esta red social. Hubo un tiempo en el que me servía incluso para tener un acceso rápido a los titulares de medios de información económica y general de todo el mundo, amén de conocer las distintas opiniones de economistas, columnistas, analistas, escritores… a quienes sigo. Dejé de usarla con frecuencia porque se ha convertido en un medio en el que se ataca con demasiada alegría al que piensa diferente, parapetado en el anonimato de un nick o seudónimo. No es mi caso, pues interactúo en la misma con mi nombre y apellido @DAVIDTORIJA

A mi vuelta a España, tras residir unos meses en Galway y otro tantos en Nueva York, comencé a seguir a un periodista español especializado en asuntos norteamericanos con quien, además, tenía un par de contactos en común. Esta persona, a quien no creo oportuno citar, parece que se radicalizó bastante y comenzó a dedicarse a la propaganda izquierdista. Hace unos meses,  una tarde escribió un tweet abogando por subidas de impuestos y criticando creo que a Pablo Casado por proponer bajar los mismos. No pude evitarlo, y con nocturnidad (en mis últimas contestaciones) pues lo hice cuando me levanté al baño por la noche, pero con suma educación, contesté al mismo. Esta es la historia (o parte de ella, porque después de faltarme el respeto al quedarse sin argumentos, me bloqueó y ya no puedo ver la interacción completa (que supongo borraría por vergüenza torera)).

204 Tweet 1

Y, como comentaba, me levanté al baño, vi su respuesta, fuera de tono y de toda lógica y defendí y argumenté mi respuesta

204 Tweet 2

204 tweet 3

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Soy un firme defensor de una política fiscal con impuestos bajos para generar mayor riqueza y de controlar el gasto público (al igual que hago en casa, de no gastar más de lo que se ingresa). Por lo que seguí con mis argumetos. Esta persona, carente de argumentos, hizo un último comentario faltón hablando de «la derecha y la banca que que yo defendía» (aparte de no conocerme, creo que no me había leído nunca).

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Y llegados a este punto, pese a haber sido correcto y educado, me bloqueó (no sé si me denunciaría también). Me dio lástima la situación. Lamentablemente, muchos de los que se erigen en defensores de las libertades son precisamente quienes censuran toda opinión distinta a la suya.

David Torija

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
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