La gran apuesta, versión española

210 La Gran Apuesta

Hace unos días he vuelto a ver la película, La Gran Apuesta, lo he hecho como en su día en los cines Campanar de Valencia, en versión original, de ahí que haya estado tentado en escribir este artículo en inglés, pero mi propia comodidad me ha llevado a hacerlo en español.

La película versa sobre la crisis subprime. Un introvertido y extraño gestor de fondos descubre la no correlación entre los ingresos de los hipotecados (entre ellos los famosos NINJA (No Incomes, No Job, No Assets)) y el riesgo concedido a los mismos en sus préstamos para el pago de sus viviendas, por lo que decide apostar a la baja contra el sector inmobiliario. Las agencias de rating, verdaderas protagonistas (y culpables) de la crisis subprime, junto a petulantes y engreídos agentes de Wall Street se mofan de él. Pero finalmente, como estaba en lo cierto, gana una fortuna con el desplome del sector inmobiliario. Pero no voy a escribir una reseña de la película, pues la misma es una excusa para hablar de la crisis inmobiliaria.

Si en Estados Unidos el detonante (de la crisis global) fue la caída de Lehman Brothers, en España fue la caída bursátil de la inmobiliaria valenciana Astroc el detonante del estallido de la burbuja inmobiliaria.

210 La gran apuesta astroc

Propiedad del empresario del Puerto de Sagunto, Enrique Bañuelos Castro (el nombre de la empresa provenía de su segundo apellido, como homenaje a su madre), salió al parquet a un precio para inversores institucionales (entre los que se encontraba mi empresa familiar y una serie de empresas en las que yo participaba en su gestión) a un precio de 6,40€/acción fijado en la OPV. Tras la subasta de apertura comenzó a cotizar, aquel 24 de mayo de 2006, a 6,80€/acción. Fue el comienzo de una subida continua y vertiginosa. Llegó a subir un 1.100%, fruto del bajo free float (tan sólo cotizaba el 25% de las acciones de la compañía) y de la capacidad de persuasión de Bañuelos, un brillante estratega, que fue capaz de crear una atracción desmedida hacia las acciones de su compañía que subían diariamente como la espuma en ausencia de cualquier corrección y que llevaron a Bañuelos (según la revista Forbes) a convertirse en la tercera fortuna española en patrimonio (por delante nada más y nada menos que de la familia Botín).

Tuve la suerte de poder vender las acciones de Astroc que habiamos comprado con nuestra empresa familiar, junto con otras que mi padre y yo habíamos comprado, a título personal, en mercado secundario una vez comprobada la tendencia alcista del valor, unos días antes del primer batacazo bursátil, en febrero de 2007. Tuve que armarme de valor para hacerlo, en uno de los momentos más difíciles de mi vida, pues mi padre estaba ingresado en la UVI tras sufrir un infarto aquella mañana. Apenas había podido verle (llegué apresuradamente al hospital al mediodía, tras el aviso de Gema, nuestra más que eficaz secretaria, que no sólo le salvo la vida aquel día, sino que con su prudencia, profesionalidad y humanidad de siempre, me avisó para que suspendiera mi visita a la Feria Cevisama sin sobresaltos).

Aprovechando que hasta las ocho de la tarde no podía volver a entrar a ver a mi padre, tras conocer una serie de movimientos extraños, guiado por mi olfato, tuve que armarme de valor y dirigirme a mi despacho para vender nuestras acciones, conseguí venderlas todas (aunque tuve que hacerlo con la opción “por lo mejor”, cuyo nombre es del todo engañoso), antes de la subasta de cierre (que culmina en torno a cinco minutos después de las cinco y media).

Con las plusvalías generadas con la venta de parte de sus acciones de Astroc, Enrique Bañuelos se hizo con un porcentaje en torno al 5% del Banco de Sabadell, lo que le convertía en acreedor de un puesto en el consejo de administración del banco. Al igual que le sucedió a Mario Conde (siempre he visto ciertas similitudes en la personalidad de ambos, quizás por su carácter persuasivo), el lobby bancario quiso eliminar del tablero a un jugador sin pedigrí familiar bancario (en el caso de Conde su caída se produjo, sobre todo, por la acción del poder fruto  del temor de los líderes del bipartidismo político de que Conde saltase a la arena política y se comiese parte de su pastel).

210 La gran apuesta Bañuelos Forbes

Varios consejeros se pusieron cortos al unísono en el valor, apostando a la baja ingentes cantidades de dinero, al mismo tiempo que se publicaba en algunos mass media (que se prestaron a hacerles el juego sucio) una noticia (la compraventa, a precio de mercado, de un par de inmuebles de la compañía por la sociedad patrimonial de Bañuelos), irrelevante si se analiza fríamente pero que, cuidadosamente maquillada, hizo saltar las alarmas de una ficticia descapitalización de la compañía. Ambos ingredientes del cóctel (noticia alarmante junto a la posición vendedora apostando a la baja de un gran número de acciones) produjeron el desplome de la compañía. Con una bajada repentina del 40%, accionistas como Amancio Ortega o Félix Abánades vendieron grandes paquetes de acciones (como he contado, yo lo había hecho días antes de la primera caída, muy cerca del techo que alcanzó el precio de la acción). La compañía se desplomó y arrastró con ella, junto con otros hitos como la intervención de Caja Castilla la Macha, la caída de Inmobiliaria Colonial etc… a todo el sector inmobiliario español.

La crisis subprime se contagió por todo el mundo fruto de la titulización de las hipotecas y de complejos productos financieros (CDOs, CDOs sintéticos y CDSs) que incluían dichos titulos de deuda  y sobre los que ya he escrito y sobre los que profundizaré próximamente en segunda parte de este artículo.

David Torija

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
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