Mi particular reseña de Las Hijas del Capitán de María Dueñas

211 Las Hijas del Capitán

No suelo reseñar novelas en mi blog personal (me centro más en libros que tengan algo que ver con el mundo de la economía y de la empresa), y menos aún bestsellers (no recuerdo quién me dijo una vez que no leía bestsellers porque era una horterada). Estuve a punto de hacer una excepción cuando, años atrás, leí la Catedral del Mar y también con Los Pilares de la Tierra, pero no lo hice. Esta vez sí. Cuando un libro es extraordinario (al igual que las dos obras mencionadas), hay que difundirlo.

No recuerdo si fue en el desternillante programa de Las Mañanas de Radio Nacional, que por aquel entonces conducía Alfredo Menéndez junto a Javier Capitán y Ramón Arangüena o en el singular Esto me suena del sin par Ciudadano García. Ambos programas me acompañaban durante mis viajes de trabajo, hasta que la comisaria política disfrazada de administradora concursal, Rosa María Mateo, prescindió de los profesionales que durante tantos años se habían encargado magistralmente de las mañanas y las tardes en la radio pública de todos. Fueron cesados por dedicarse más al entretenimiento plural que a la difusión del pensamiento único dirigido. Pues bien, en uno de los dos escuché una entrevista a María Dueñas, a quien confieso no haber leído hasta hoy, en la que la autora hablaba del libro que hoy reseño. Me gustó la entrevista y me llamó la atención el libro, sobre todo cuando su autora habló de La Nacional como lugar de encuentro de los emigrantes españoles en Nueva York, en ese momento tomé la decisión. Compraría el libro en mi próxima visita a uno de esos paraísos que son para mí las librerías.

Corría cierto riesgo al guiarme por mi percepción tras aquella entrevista, pues en circunstancias similares, me gustó en su día la entrevista que a Javier Cercas le hizo Alfredo Menéndez, presentando aquél su monarca de las sombras. Creí que estaba ante un buen libro y ante un escritor cabal y respetuoso. Nada más lejos de la realidad, ya que El monarca de las sombras fue el peor libro que recuerdo haber leído en mucho tiempo, sectario y malintencionado, rezumaba rencor por los cuatro costados, muy en la línea de esa ley norcoreana que es la Ley de Memoria Histórica que restringe la libertad individual y que, manipulando la historia, no sólo dictamina quienes son los buenos y quienes los malos, sino que nos dice cómo hemos de pensar, qué libros podemos leer etc. Dictando cuantiosas penas de prisión para quienes osen escribir o tan sólo manifestar opiniones contrarias a su (falsa) versión de la historia que en la misma se determina, en un claro ataque a la libertad de expresión en pro de un pensamiento único y del blanqueamiento de las aberraciones realizadas por los vencidos durante (y en los meses anteriores) la guerra civil española. Como sucedió con la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1 Julio de 1985 de Felipe González Márquez, que significó el inicio de la politización de la Justicia y el fin de la separación de poderes (Montesquieu ha muerto decía Alfonso Guerra ante la indiferencia generalizada del pueblo español), a nadie parece interesarle este ataque frontal a la libertad de pensamiento que es la Ley de Memoria Histórica. Tal vez el alineamiento de Javier Cercas con la misma, le convirtiesen en consensuado acreedor de la última edición del cuantioso y popularísimo Premio Planeta.

Esta vez mi instinto no me engañó, pues como decía, Las hijas del Capitán es una novela muy interesante y trabajada, en la que se nota el gran trabajo de documentación realizado por su autora para transportar al lector al Nueva York de los años treinta, concretamente a 1936. Es una novela dura, pero muy entretenida, que engancha, ya que María Dueñas es capaz de mantener la intriga sobre el transcurso de la historia durante toda la obra. Como me sucedió con Patria de Fernando Aramburu, y pese a sus más de seiscientas páginas, me ha robado muchas horas de sueño, pues la extraordinaria forma de escribir de María Dueñas (al menos en esta obra, pues es la primera que leo de esta escritora) y el interés de la trama, te hace muy difícil interrumpir su lectura lo que te lleva a leerla en pocos días.

Cuenta la historia de las tres hijas de Emilio Arenas, un busca vidas que llega a Nueva York en busca de una oportunidad para subsistir y prosperar. Casi por casualidad, se le presenta la oportunidad de hacerse con el traspaso de un pequeño restaurante ubicado en la calle catorce de Manhattan, junto a La Nacional, punto de encuentro de la comunidad española en la gran manzana.

Permítaseme hacer aquí un paréntesis (otro), pues por algo he titulado esta entrada mi particular reseña…, para poder tomarme estas libertades. La Nacional fue uno de mis lugares de referencia durante los meses que viví en Nueva York allá por dos mil once. Entre mis virtudes para unos, o taras para otros, está la de ser muy madridista. Mi llegada a Nueva York coincidió con la disputa de cuatro clásicos (para los no iniciados: partidos entre mí equipo, el Real Madrid y el Barcelona, mi eterno rival) cuasi consecutivos: partido de liga, final de la Copa del Rey, más la ida y la vuelta de las semifinales de la Champions. Pregunté en el grupo de Facebook Becarios y jóvenes profesionales en Nueva York, al cual pertenecía, por el lugar idóneo para ver el primero de los partidos. Así es como aquel mediodía entré por primera vez en La Nacional. Compartí mesa entre otras personas desconocidas, con Laura Turégano de la Universidad de Nueva York y con otra gente a la que, salvo a un abertzale natural de Bilbao y seguidor del Barsa por motivos políticos (eso decía él), no volví a ver. Dice mi amiga suiza Stéphanie Meier que tengo una gran capacidad para romper el hielo y presentarme o integrar a alguien recién llegado. Aquel primer día me senté, me presenté a mis compañeros de mesa, preguntándoles si eran de los buenos (de mi equipo) o de los malos (del rival). Tras aquel primer partido, nos citamos (mi mujer y yo) con Laura para ver juntos los otros tres partidos (de los que sólo salió victorioso mi Real Madrid en uno de ellos, en la final de la Copa del Rey). Al abertzale, cuyo nombre no recuerdo, le saludé y nos deseamos suerte, pese a estar en las antípodas ideológicas y deportivas (siempre me ha gustado comportarme como un caballero) antes del comienzo de los otros tres encuentros. Recuerdo también cenar una noche allí con mi mujer y con nuestra amiga Marife. Invitamos nosotros y ella nos devolvió la invitación una semana más tarde en un coqueto restaurante italiano en la cuarenta y seis. También comimos un día allí con nuestro compañero Thomas Thorn, un suizo de un cantón alemán, que planificaba escrupulosa y milimétricamente cada detalle de la visita de su novia, mientras se contradecía diciendo que iba a ser espontáneo.

Nada que ver nuestra gastronómico-festiva experiencia en el legendario local de la catorce con la dureza de la historia que en la novela que hoy reseño se cuenta…para que os hagáis una idea amigos lectores, en La Nacional se llega a velar el cadáver de uno de los protagonistas de la historia (hasta aquí puedo leer).

Como decía, la novela cuenta la historia de Luz, Mona y Victoria, las tres hijas de Emilio, un gallego metido, esta vez, a hostelero. Las tres, junto a su madre, llegaron con desgana a un país y a una ciudad que no era la suya, en la que se hablaba una lengua para ellas desconocida, abandonando en su pueblo lo poco material que allí tenían, tras el anuncio por carta de su padre de la compra del restaurante El Capitán (que da nombre a la novela). Una mala jugada del destino les hace tener que pelear por subsistir con uñas y dientes, con la desinteresada ayuda de otros expatriados españoles.

Las Arenas, capitaneadas por la mediana, Mona, una mujer con una fortaleza mental y física encomiable, van venciendo unas veces y cayendo derrotadas otras, las pruebas que les va poniendo el destino. Es una historia de sacrificio, de amores y desamores, de traiciones, que no pretendo desgranar más, pues recomiendo abiertamente su lectura, más aún en estos días de encierro obligatorio decretado por el gobierno español, para frenar la evolución del virus covid19. Es una fantástica opción para viajar al Nueva York de 1936 y envolverse en una apasionante historia, sin salir de casa.

Una reseña de David Torija

Las hijas del Capitán

Maria Dueñas

Planeta. 2018

Acerca de David Torija

Economist and MBA. Business Development Manager, Advisor and Business Strategist. Passionate about Management, Finance, Marketing, Sales, Social Media, Writing and Public Speaking. Cross Cultural and Global Minded. Hard Worker. Entrepreneur. Optimistic, Enthusiastic: Always look on the bright side of life.
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